Testimonios del frente de guerra I


Antonio Gómez Fernández (El Borge. Málaga)

Tenía 17 años cuando estalló la guerra civil. Cumplí la mayoría de edad en el frente de Peñarroya (Córdoba). Antes de llegar, mi itinerario fue el siguiente: salí de mi pueblo de El Borge a Málaga, de allí a Sevilla, y en Alcalá de Guadaira hice la instrucción que apenas duró un par de meses. Luego, nos dieron uniformes y nos enviaron al frente.

Entramos reemplazando a un regimiento e íbamos cambiando de posiciones según nos ordenaban. Recuerdo muy bien Cerro de las Águilas, Taberme, Pueblonuevo, Belmez, Peñaladrones, etc. Mi función fue la de enlace del grupo de ametralladoras del 12º Batallón de Granada, que luego se convirtió en el 15º. En una ocasión nos desplegamos de Belmez a Peñaladrones, atravesando varios cortijos antes de llegar a nuestras posiciones. Entonces vimos un grupo de requetés y falangistas que huían en desbandada tras un ataque del ejército rojo, llegando incluso a traspasar las trincheras de Peñaladrones. Los rojos tomaron muchos prisioneros.

En un cortijo había un teléfono y un telégrafo, donde estaba el teniente del batallón. Yo recibía las órdenes por teléfono y tenía que ir de puesto en puesto llevando las consignas de relevos, cambios de contraseña y muchas más cosas. Incluso repartía las cartas que les  enviaban a los soldados. La trinchera era larga y había alambradas. A veces me pillaba un tiroteo o un bombardeo. Veía claramente las bombas caer y muchos soldados saltando por los aires. La actividad bélica era casi constante.

Teníamos un furrier que por un poco de dinero nos cocinaba. Pero debía ser bastante malo porque un día el cabo vino y, tras probar la comida, tiró de una patada la olla con el zafarrancho.

En Peñarroya hubo muchos muertos. También había mucha miseria. Nuestras camisas eran el hogar de las plagas de piojos. Recuerdo que un día, sería al atardecer, relevamos a los moros. Yo iba con el trípode de la ametralladora. Se veían muchas fogatas a lo largo del frente. Entonces, comenzaron a bombardearnos. Me eché al suelo y monté el trípode. Nos quedamos toda la noche en aquella posición de centinela.

Tras la guerra estuve en Córdoba. Luego en Cádiz. Aquí me alisté en la División Azul y me llevaron al frente ruso. Por el camino estuve en Francia, Alemania, Polonia, Lituania, Estonia. Allí pasamos mucho frío. ¡Imagínate! A cuarenta y tantos bajo cero, en el lago Illme, cerca de Novgorod. Éramos unos 20 mil soldados. En Rusia tenía castaña el asunto. Nos posicionábamos en las trincheras, pero nadie sabía dónde estaba el enemigo, eso era lo malo. Como había mucho bosque y los rusos conocían muy bien el terreno, contaban con el factor sorpresa. Fue terrible. Transportábamos cañones con caballos. Teníamos unos 186 caballos en la compañía. Por cada cañón había 4 caballos. Yo era guía, siempre montado en mi caballo.

Nosotros veíamos a los alemanes conquistando pueblos con tanques. Cuando venía el deshielo, todo el terreno se convertía en un lodazal. Los alemanes nos decían “español, tanque”, porque nos observaban transportando los cañones como mulos.

Para comer a veces nos teníamos que buscar la vida. Allí los rusos guardaban las cosechas de papas en sotanos, con puertas de madera en el suelo, cubriéndolas con hielo para ocultarlas. Las papas las guardaban con un relleno de paja y centeno. Los rusos y las rusas nos querían a nosotros más que a los alemanes. Nos regalaban camisas y papas, y nos dejaban dormir calentitos en sus camas. Yo dormí junto a otro soldado español de Córdoba en la cama de una familia rusa. Le decíamos que nos avisara si venía algún oficial. Dormíamos con el fusil debajo de la cama.

En Novgorod nos pilló un gran ataque. Dormíamos en pisos vacíos donde hacíamos hogueras para calentarnos del frío. Entonces, escuchamos mucho ruido de motores en la calle. Bajamos y al lado había un cura dando una misa. Nos comulgamos y seguimos a los camiones que no paraban de pasar, dirección a las afueras de la ciudad, y en la línea del bosque comenzaron a replegarse. Acto seguido comenzó el bombardeo y el tiroteo. Muchos de mis compañeros cayeron por las bombas. También cayeron alemanes y belgas que luchaban como nosotros del lado de los nazis. Llegamos a un pueblo, lo rodeamos y los alemanes hicieron un cerco donde murieron muchos rusos.

Después de aquello la guerra mundial acabó para mi.


Fotografía de la portada: La Guerra Civil Española a color.