Una exposición que cambió la perspectiva de la historia

 

Del 23 de abril al 22 de mayo del 2004 el profesor Jesús Majada, con ayuda del Centro Andaluz de Fotografía y del Gobierno de Canadá, organizó en la sala de exposiciones de la Alameda Principal (Málaga) una exposición que acabó convirtiéndose en primicia mundial. La exposición constaba de 56 fotografías sobre la vida del médico canadiense Norman Bethune, el cual intervino en España entre 1936 y 1937 empleando la primera unidad móvil de transfusiones de sangre. 26 de las fotos expuestas, tomadas por su compañero de ambulancia Hazen Size, revelaban un hecho abominable, cuyos detalles eran totalmente desconocidos para los historiadores. Y aunque Bethune expuso el caso en un opúsculo titulado "The crime on the road of Malaga-Almeria. Narrative with graphic documents revealing fascist cruelty" (Publicaciones Iberia. 1937) no fue hasta el 2004 cuando se supo la magnitud del acontecimiento en sí.

La noticia de la exposición se corrió por los pueblos de la provincia. Se decía que habían encontrado fotografías de la “desbandá” o la “juía”, términos que referían al desplazamiento de la población malagueña cuando las tropas de Queipo de Llano ocuparon Málaga en febrero de 1937. Esto podría haber sido uno de tantos capítulos de la contienda. Ante los avances de los ejércitos, la gente se desplazaba de un lugar a otro por motivos políticos o por simple inercia. Pero en este caso había algo más.

El día de la inauguración de la exposición más de medio centenar de testimonios acudieron a la cita, los cuales rompieron a hablar tras setenta años de silencio. Tanto los organizadores como los historiadores invitados no daban crédito a sus oídos. Estas personas comenzaron a describir con fidelidad pasmosa las atrocidades que vivieron, al ser bombardeados por aire y mar constantemente mientras huían. Se trataba de un episodio de muerte y destrucción que puso la piel de gallina a más de uno.

La mayor exclusiva de la historia reciente de Málaga no podía quedase en agua de borraja, así que la Diputación de Málaga tomó cartas en el asunto. Anotó tantos números de teléfono y direcciones de los testimonios como le fue posible para una futura investigación. Ahora sólo quedaba elegir a quién ordenar tan importante tarea. Lo normal hubiera sido concederle este privilegio a Jesús Majada, pues él había sido, además del descubridor de las fotos de Bethune, el artífice de la exposición. Mediante una maniobra turbia, la Diputación excluye a Majada y le dio la base de datos con los contactos a las profesoras Lucía Prieto y Encarnación Barranquero, posiblemente por sus cercanías políticas. Esto fue motivo de arduas enfrentamientos entre ellos, que casi se saldó con alguna que otra querella. No obstante, la caja ya se había destapado, gracias a lo cual este asunto dejó de ser una franquicia para convertirse en un bien común de cualquier investigador, entre los que me incluyo.

De todas formas, es justo agradecer a Jesús Majada su descubrimiento, a Lucía y Encarnación por sus trabajos profesionales, y a todos los que hayan contribuido a esclarecer este sangriento episodio. Los dos bandos de la guerra civil encubrieron los hechos. Los republicanos, porque se avergonzaban de haber evacuado a la población de una manera tan catastrófica y caótica. Los nacionales, porque bombardearon a inocentes bajo el lema del terror.

A día de hoy no sabemos cuántos murieron exactamente en la carretera. Se estima que hubo entre 3.000 y 5.000 víctimas de los bombardeos. Muchos murieron de inanición, otros por agotamiento o incluso por enfermedad. Durante tres días los miembros de la ambulancia de Bethune, con la Cruz Roja pintada en la carrocería, ayudaron en el traslado de refugiados hacia la capital almeriense. Gracias a las instantáneas de Hazen Size podemos hacernos una idea de la envergadura del suceso. Norman Bethune abandonó España en 1937. Nunca más regresó. Murió en China en 1939.


Autor del artículo: Francisco Miguel González López