Los sucesos del Prado del Rey

El 18 de julio de 1936 Vélez-Málaga se encontraba inmersa en la feria del Carmen. Sus habitantes disfrutaban de un soleado y caluroso día, ajenos a los acontecimientos que se estaban desarrollando en el resto del país. Los rumores de un alzamiento militar en Melilla llegaron a oídos de la Corporación del Frente Popular, reuniéndose en sesión extraordinaria, hasta que sobre las 6 de la tarde un desconcertante telegrama del Gobernador Civil de la Provincia confirmó las sospechas: una compañía del ejército intentaba proclamar el estado de guerra en la capital de Málaga y el edificio de la Aduana estaba siendo asediado. Las ordenes fueron relegar el poder del orden público a todos los municipios para que tomaran las medidas oportunas en evitación de cualquier levantamiento del elemento desafecto al Gobierno.

Esta noticia se propagó por la ciudad como la pólvora, de tal manera que en cuestión de minutos las calles, antes abarrotadas por la feria, quedaron desiertas. A eso de las siete de la tarde un gran número de obreros y obreras se congregó en la Plaza del Trabajo, lugar emblemático del movimiento proletario veleño. Hubo discursos de sus líderes y algarabía de los presentes. La muchedumbre quería actuar, así que marchó en dirección al ayuntamiento para exigir armas. El alcalde accidental, Antonio Barrera Cano, por deliberación de la Corporación, armó a las milicias con el escaso arsenal del que disponía y, incautándose de media docena de vehículos, estas fuerzas fueron trasladas a la capital para ayudar a reprimir el golpe.

A la mañana siguiente se supo que la insurrección había fracaso en Málaga, formándose el Comité de Enlace del Frente Popular. Entre el 19 y el 31 de julio se ordenaron las detenciones de numerosas personas, por presión de los sindicatos. En un principio el ayuntamiento actuó con benevolencia, advirtiendo a los interesados de que iban a ser detenidos, hecho que molestó a algunos envalentonados milicianos, los cuales empezaron a tomar prisioneros con sus propios métodos. Se produce un choque entre el ayuntamiento y las milicias. La madrugada del 19 de julio el jefe de la guardia municipal de Vélez, Francisco Jurado García, evitó que unos individuos armados que no pertenecían a su cuerpo se llevasen encarcelado a Rafael Santiago Valle y a Francisco Lapeira Moreno. En otra ocasión, la noche del 22 de julio dos milicianos armados irrumpieron en la casa de Enrique Montoro Martín, a quien querían llevárselo preso a fuerza de golpes. En ese instante apareció José Moreno Marfil, miembro del Comité de Enlace, y desarmando a los milicianos, se los llevó detenido.

Pese a los esfuerzos de algunos miembros del Comité de Enlace, no lograron evitar la oleada de encarcelamientos. La cárcel municipal, con un aforo de apenas una veintena de personas, se desbordó, llegando a haber 114 presos. Todos ellos eran sospechosos de haber subvencionado a los militares insurrectos, cuyo documento se basaba en unas cuotas de una suscripción para efectos desconocidos. Los detenidos pertenecían a la clase burguesa local, entre los que se encontraban industriales, farmacéuticos, hacendados, abogados e incluso curas. Muchos veleños observaban fascinados cómo estas otroras notables y distinguidas personalidades eran encarceladas como meros delincuentes comunes. Tener entre rejas al respetable procurador Francisco Nieto Fernández o al honorable ex juez municipal Antonio Romero de la Cruz era algo inaudito.

Málaga permaneció fiel al gobierno republicano, pero en esas primeras semanas de guerra era imposible saber qué zona era leal y cuál no. Ni siquiera se sabía dónde estaban ubicados los frentes. Granada y algunos pueblos aledaños estaban controlados por los golpistas. El 30 de julio se inicia una ofensiva republicana hacia Granada. Una columna heterogénea de guardias civiles, carabineros, guardias de asalto, soldados y milicianos se dirige hacia Alhama de Granada. Los guardias civiles de Vélez, al mando de los capitanes José Vivancos Crespo y Juan Vich Balesponey, junto a la casi la totalidad de las milicias locales, se unieron a la fuerza expedicionaria, la cual, el 1 de agosto por la mañana, realizó una incursión desde Alhama hacia el pueblo de Cacín. Sin embargo, un bombardeo aéreo disgregó la columna. Al no haber unidad en el mando, un grupo de milicianos de la FAI regresa a Málaga en un camión.

A la altura de Vélez, el camión se desvió y entró en la ciudad. Entonces, alguien les debió informar de que la cárcel estaba llena de 'fascistas'. Mediante un acto de crueldad desenfrenada, y exaltados por el reciente ataque, pretendieron prenderle fuego a la prisión con los presos dentro. El Comité de Enlace no tardó mucho en enterarse de esta terrible noticia y ordenó la inmediata liberación de cien de los ciento catorce que se hallaban en la cárcel. Se les ordenó que salieran despacio y sin correr, puesto que había un grupo de milicianos desconocidos en la puerta y atentaban con ejercer la violencia. Sin embargo, un tumulto se agolpó en la entrada del edificio. Fueron momentos muy tensos. Los milicianos desconocidos, acompañados de algunos exaltados locales, se enfrascaron en fuertes discusiones con los familiares de los presos, a quienes algunos vecinos veleños ayudaron a huir, acompañándolos un buen trecho hasta alejarse del lugar. Cuando al fin todo el mundo pudo salir, se percataron de que aún quedaban algunos prisioneros en el interior. Encañonando a los oficiales de la cárcel a punta de escopeta, sustrajeron las llaves, sacaron a los catorce restantes y los montaron en el camión.

Se los llevaban para la capital de Málaga, o al meno eso dijeron. Entre ellos había gente tan importante como el concejal conservador Rafael Santiago Valle y su hijo de 18 años Augusto Santiago Bellido; el maestro de azúcar de la fábrica de Larios Fermín Haro Valero y su hijo falangista Juan de Haro Haro; el ex-alcalde Manuel Martel Gallardo; el farmacéutico y derechista Pedro Luis Fenech Poey o el cura párroco de la iglesia de San Andrés de Torre del Mar Manuel González Pareja. Al poco, el vehículo se detuvo e hicieron bajar a los presos, dándoles el 'paseillo'. Otras cinco personas murieron en diferentes puntos de la ciudad. Un total de 19 ese día.

Después de estos sucesos, y no habiendo apenas ninguna fuerza coercitiva en el municipio, comenzó un período de terror que duró un par de meses, hasta que se crearon los tribunales populares, gracias a los cuales pudieron contener la violencia.

Hoy en día, pasando el centro comercial el Ingenio y a poca distancia del edificio del Mercadona, en un lugar llamado Prado del Rey, podemos observar una cruz de hierro de color negra entre palmeras y pinos. Los más jóvenes ignoran la historia de este lugar. La cruz fue puesta allí en conmemoración por los sucesos del 1 de agosto de 1936, día en que la sangre comenzó a derramarse en Vélez-Málaga...