Muerte de un miliciano

                               

La imagen de arriba es mundialmente conocida. Su autor, Robert Capa, un fotógrafo húngaro que fue corresponsal de guerra del lado republicano, la echó un 5 de septiembre de 1936 a las cinco de la tarde, en el frente de Córdoba. En ella se puede ver a un miliciano descendiendo la ladera de un cerro en plena batalla cuando es alcanzado por una bala del enemigo. Justo en ese momento Capa lo inmortaliza con su Leica II de 50 mm. Dieciocho días después de aquel suceso la fotografía aparece en la revista francesa "Vu", y un año después en la estaodunidense "Life", convirtiéndose con el paso de los años en un icono y en la mejor fotografía de la historia del foto-periodismo.

Tras varias décadas de aceptación, en 1975 Phillip Knightley publicó “The First Casualty”, entre cuyas páginas se desvela un dato sumamente polémico: según la declaración de un amigo de Robert Capa, éste le había confesado que la foto del miliciano muerto había sido una puesta en escena, o sea, un montaje. Esta noticia sentó como un jarro de agua fría a Richard Whelan, biógrafo de Capa, y al hermano y también fotógrafo Cornell Capa, quienes llevaban custodiando los negativos de su obra desde su muerte en Vietnam, el 25 de mayo de 1954. Este hecho impedía que se pudieran hacer investigaciones sobre el mismo. Sólo Alex Kershaw en su libro “sangre y champán. La vida y la época de Robert Capa” (2002) y Patrick Jeudy en su documental "Robert Capa, l'homme qui voulait croire en sa légende" (2004) intentaron desentramar el misterio de la foto, lo que les supuso algunas demandas por parte de Whelan y Cornell.

En el 2007 Hugo Doménech y Raúl Riebenbauer dirigieron el documental "la sombra del iceberg" en el que se vuelve a cuestionar la autenticidad del negativo. En esta obra hablan expertos como Fernando Verdú, forense de la universidad de Valencia, el cual analiza a fondo el plano de la fotografía, llegando a afirmar que la posición es forzada y antinatural, y que no existe ningún rastro de herida de bala, ni en la cabeza ni en el cuerpo, que le hubiera provocado la muerte. Adicionalmente, al estar corriendo ladera abajo, el impacto debería haber sido de un proyectil de una potencia brutal para frenarle la carrera y hacerlo caer hacia atrás. Otra cuestión que se formula en el documental es la identidad del miliciano. El historiador Mario Brotons insinuó en la presentación de su libro "retazos de una época de inquietudes" (1995) que se trataba de Federico Borrell García alias 'el Taino', un anarquista de Alcoy. Sin embargo, el periódico "Ruta Confederal" describió la muerte en 1937 en un artículo, cuyos detalles difieren totalmente de la versión que capturó Capa. Al parecer, Borrel cayó abatido mientras se encontraba parapetado detrás de un árbol. Además de esto, Fernando Verdú hace un análisis comparativo con otras fotos de Borrell cohetáneas a la guerra y concluye manifestando que se trata de dos personas distintas.

Sin restar categoría a la prolífica carrera del fotógrafo húngaro, la posibilidad de un montaje pone sobre el tapete ciertos aspectos incómodos del entonces veinteañero Capa. El cineasta francés Patrick Jeudy sugiere que Capa necesitaba una exclusiva; sus amigos milicianos, con los que había simpatizado, se la dieron, y prepararon el montaje, quizás hasta hicieron un concurso de caída. Esto no era para nada nuevo. En los documentales de cine de la I Guerra Mundial se realizaban montajes con un fin propagandístico. Como suma, y según datos históricos, el 5 de septiembre, día en que teóricamente se hizo la imagen, no ocurrió nada. El combate se produjo 20 días después, entre el 22 y el 25 de septiembre, y no fue un simple tiroteo, sino un ataque de gran envergadura en el que murieron entre 100 y 400 milicianos.

Para concluir, una fotografía debe contar una historia. Tiene que mostrar algo, llamar la atención. La foto del miliciano produjo un gran impacto en la opinión internacional, al mostrar de forma cruda la guerra civil española, usando la cámara como arma para defender una idea, en este caso la lucha contra el fascismo y la defensa de la libertad. Pese a esto, nos cabe hacernos la siguiente pregunta: ¿Es necesario a veces mentir para llegar a un objetivo? En el caso de Capa obtuvo su tan ansiado éxito y llamó la atención del mundo.